domingo, 1 de noviembre de 2009

vasos sanguíneos



Adoro los prolegómenos de la aspirina.

Dejarla caer en el agua con un chof!

Observar como se desvanece en cosa de segundos.

Disfrutar de su expresiva efervescencia.

Aproximar la nariz al borde del vaso.

Sentir su brisa acetilsalicílica en mis fosas nasales.

Cuanto me gusta esto, cuanto disfruto con ello.

Su chisporroteo siempre logra emocionarme.

Cuando la ingiero, saboreándola y relamiéndome,

me atrevería a decir que soy feliz.




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